Vista Optica
Vista Optica Olot, Girona Fotos: Albert Serra
UN RAYO DE LUZ ARTICULA EL PROYECTO PARA VISTA OPTICA
A veces, un buen cliente y un mal local se pueden convertir en los mejores aliados.
Las dos premisas estaban presentes cuando el estudio de interiorismo de Jordi Ginabreda recibió el encargo de diseñar la nueva sede de Vista Óptica.
El cliente tenía muy claro lo que quería y total confianza en el diseñador.
El espacio se ubicaba en un edificio catalogado por el Ayuntamiento, así que algunos elementos de la fachada y el interior eran de conservación obligada. La superficie se distribuía en dos plantas de características antagónicas. Mientras la planta superior, de 60 metros cuadrados, gozaba de una ubicación e iluminación envidiables, la planta inferior era poco más que un pasillo de 30 metros de longitud y unos 2 metros y medio de ancho que jamás había visto la luz del sol.
El programa requería, además de las áreas de exposición y venta de gafas, una zona específica para atender al público infantil, mostradores para la atención personalizada de los clientes, exposición de ropa y complementos asociados a las marcas expuestas y un gabinete de optometría.
Para desarrollar este programa era necesario aprovechar la totalidad de las dos plantas y adoptar estrategias para alejar la planta inferior de su condición de sótano oscuro.
Y esto es lo que el proyecto propone, literalmente un rayo de luz que recorre el proyecto en su totalidad.
El camino que sigue el rayo de luz des del exterior hasta la parte más recóndita del establecimiento articula la solución, que deviene un diálogo entre los dos niveles. Un juego de opuestos, o de reflejos. Arriba y abajo. Oscuridad y luz. Negro y blanco. Mate y brillante. Refracción y reflexión.
La planta superior, a la que se accede des del epicentro comercial de la población, mantiene los elementos catalogados (elementos de forja en la fachada y estucos y molduras en el interior) y los incorpora en un ambiente moderno y sobrio. En ella hallamos el gran mostrador diseñado específicamente por Jordi Ginabreda para la óptica, que incorpora en su interior bancos y tableros que permiten la atención personalizada. Pavimento continuo, paredes y techos unifican un espacio eminentemente oscuro. En la zona de exposición, tiras de LEDS recorren la pared como haces de luz paralelos que nos dirigen al fondo del local, a la zona de comunicaciones verticales, que dispone de ascensor para permitir el acceso de personas con movilidad reducida. Ahí el rayo de luz toma forma, rebota en las múltiples superficies especulares y se refleja hacia la planta inferior.
La planta inferior es la otra cara de la moneda, totalmente renovada, dividida en diferentes niveles conectados por rampas que fragmentan el espacio y alejan la percepción de pasadizo alargado. Para convertirla en una auténtica caja luminosa, se suman a la estrategia el uso del blanco, los espejos, las superficies retro iluminadas y el techo lacado con su leve capacidad reflectante. Y el rayo de luz. Proveniente de la planta superior, se convierte en la barandilla que exige la normativa del código técnico para acompañar las rampas y desniveles, recorre longitudinalmente el espacio y nos acompaña hasta el último rincón de la óptica, el gabinete de optometría.
Dos mundos opuestos, ligados por un rayo de luz.
Definitivamente, a veces, un buen cliente y un mal local se pueden convertir en los mejores aliados.
UN RAYO DE LUZ ARTICULA EL PROYECTO PARA VISTA OPTICA
A veces, un buen cliente y un mal local se pueden convertir en los mejores aliados.
Las dos premisas estaban presentes cuando el estudio de interiorismo de Jordi Ginabreda recibió el encargo de diseñar la nueva sede de Vista Óptica.
El cliente tenía muy claro lo que quería y total confianza en el diseñador.
El espacio se ubicaba en un edificio catalogado por el Ayuntamiento, así que algunos elementos de la fachada y el interior eran de conservación obligada. La superficie se distribuía en dos plantas de características antagónicas. Mientras la planta superior, de 60 metros cuadrados, gozaba de una ubicación e iluminación envidiables, la planta inferior era poco más que un pasillo de 30 metros de longitud y unos 2 metros y medio de ancho que jamás había visto la luz del sol.
El programa requería, además de las áreas de exposición y venta de gafas, una zona específica para atender al público infantil, mostradores para la atención personalizada de los clientes, exposición de ropa y complementos asociados a las marcas expuestas y un gabinete de optometría.
Para desarrollar este programa era necesario aprovechar la totalidad de las dos plantas y adoptar estrategias para alejar la planta inferior de su condición de sótano oscuro.
Y esto es lo que el proyecto propone, literalmente un rayo de luz que recorre el proyecto en su totalidad.
El camino que sigue el rayo de luz des del exterior hasta la parte más recóndita del establecimiento articula la solución, que deviene un diálogo entre los dos niveles. Un juego de opuestos, o de reflejos. Arriba y abajo. Oscuridad y luz. Negro y blanco. Mate y brillante. Refracción y reflexión.
La planta superior, a la que se accede des del epicentro comercial de la población, mantiene los elementos catalogados (elementos de forja en la fachada y estucos y molduras en el interior) y los incorpora en un ambiente moderno y sobrio. En ella hallamos el gran mostrador diseñado específicamente por Jordi Ginabreda para la óptica, que incorpora en su interior bancos y tableros que permiten la atención personalizada. Pavimento continuo, paredes y techos unifican un espacio eminentemente oscuro. En la zona de exposición, tiras de LEDS recorren la pared como haces de luz paralelos que nos dirigen al fondo del local, a la zona de comunicaciones verticales, que dispone de ascensor para permitir el acceso de personas con movilidad reducida. Ahí el rayo de luz toma forma, rebota en las múltiples superficies especulares y se refleja hacia la planta inferior.
La planta inferior es la otra cara de la moneda, totalmente renovada, dividida en diferentes niveles conectados por rampas que fragmentan el espacio y alejan la percepción de pasadizo alargado. Para convertirla en una auténtica caja luminosa, se suman a la estrategia el uso del blanco, los espejos, las superficies retro iluminadas y el techo lacado con su leve capacidad reflectante. Y el rayo de luz. Proveniente de la planta superior, se convierte en la barandilla que exige la normativa del código técnico para acompañar las rampas y desniveles, recorre longitudinalmente el espacio y nos acompaña hasta el último rincón de la óptica, el gabinete de optometría.
Dos mundos opuestos, ligados por un rayo de luz.
Definitivamente, a veces, un buen cliente y un mal local se pueden convertir en los mejores aliados.