Nabila Cafè, Olot 2017
Nabila Cafè, Olot, Girona Fotos Marc Torra _ Fragments text: Albert Serra
Tomar un café forma parte de la rutina diaria de la mayoría. Ya sea solos o acompañados, para despertarnos o para distraer una espera, se ha convertido en un ritual cotidiano que dispone de sus propios templos, las cafeterías.
Entre las muchas cafeterías de la población de Olot, encontramos Nabila Cafè. Desde hace ocho años, su propietaria se esmera en la selección y el tostado artesanal del grano con que elabora tan preciada infusión en un establecimiento de apenas 40 metros cuadrados. El reducido local no reflejaba la calidad del producto por lo que puso en las manos del estudio de interiorismo de Jordi Ginabreda el reto de actualizar su imagen y ponerlo a la altura de su oferta.
La búsqueda de amplitud y luminosidad serán las guías de todas las decisiones tomadas. Distintas estrategias, encaminadas a optimizar el espacio, permiten al mismo tiempo sacar provecho de su ubicación privilegiada frente un frondoso parque. Así, se opta por una gama de colores claros y luminosos combinados con una serie de espejos, estratégicamente situados, que amplían el espacio e introducen en el establecimiento la vegetación exterior gracias a un hábil juego de reflejos.
Una estructura ligera en tricapa de abeto se despliega por el establecimiento y acoge, a lo largo de su recorrido, dos espacios de degustación, la barra, varias zonas de exposición y la enorme cafetera protagonista del negocio. También incorpora la cálida iluminación mediante tiras de LED. El acabado natural de la madera combinado con el blanco inmaculado de paredes y techo, así como el resto de mobiliario, lacado también en blanco, contribuyen a conseguir una atmósfera sobria; un espacio ordenado, limpio y auténtico, sin aditivos, igual que el café artesanal que en él se ofrece. Para potenciar aún más el aspecto puro y natural de la propuesta, se incorporan una serie de crasas colgantes de la propia estructura que combinan su verde naturaleza con el verde presente en las distintas superficies reflectantes. Las enormes aberturas acristaladas, que llevan al límite la relación con el entorno y prolongan hacia el exterior el limitado espacio de degustación, añaden una tercera capa de verde al conjunto.
Así, entre verdes, Nabila café se convierte en un lugar privilegiado, un preciado templo donde celebrar ese ritual cotidiano y degustar, solos o acompañados, un café artesano.
Tomar un café forma parte de la rutina diaria de la mayoría. Ya sea solos o acompañados, para despertarnos o para distraer una espera, se ha convertido en un ritual cotidiano que dispone de sus propios templos, las cafeterías.
Entre las muchas cafeterías de la población de Olot, encontramos Nabila Cafè. Desde hace ocho años, su propietaria se esmera en la selección y el tostado artesanal del grano con que elabora tan preciada infusión en un establecimiento de apenas 40 metros cuadrados. El reducido local no reflejaba la calidad del producto por lo que puso en las manos del estudio de interiorismo de Jordi Ginabreda el reto de actualizar su imagen y ponerlo a la altura de su oferta.
La búsqueda de amplitud y luminosidad serán las guías de todas las decisiones tomadas. Distintas estrategias, encaminadas a optimizar el espacio, permiten al mismo tiempo sacar provecho de su ubicación privilegiada frente un frondoso parque. Así, se opta por una gama de colores claros y luminosos combinados con una serie de espejos, estratégicamente situados, que amplían el espacio e introducen en el establecimiento la vegetación exterior gracias a un hábil juego de reflejos.
Una estructura ligera en tricapa de abeto se despliega por el establecimiento y acoge, a lo largo de su recorrido, dos espacios de degustación, la barra, varias zonas de exposición y la enorme cafetera protagonista del negocio. También incorpora la cálida iluminación mediante tiras de LED. El acabado natural de la madera combinado con el blanco inmaculado de paredes y techo, así como el resto de mobiliario, lacado también en blanco, contribuyen a conseguir una atmósfera sobria; un espacio ordenado, limpio y auténtico, sin aditivos, igual que el café artesanal que en él se ofrece. Para potenciar aún más el aspecto puro y natural de la propuesta, se incorporan una serie de crasas colgantes de la propia estructura que combinan su verde naturaleza con el verde presente en las distintas superficies reflectantes. Las enormes aberturas acristaladas, que llevan al límite la relación con el entorno y prolongan hacia el exterior el limitado espacio de degustación, añaden una tercera capa de verde al conjunto.
Así, entre verdes, Nabila café se convierte en un lugar privilegiado, un preciado templo donde celebrar ese ritual cotidiano y degustar, solos o acompañados, un café artesano.