Eixample Barcelona
Bona Sort Eixample, Barcelona. Fotos Marcela Grassi Text: Albert Serra
Los propietarios de Tapas Bona Sort escogieron el barcelonés barrio de l’Eixample (ensanche en catalán) para abrir su segundo establecimiento. El primero, por cuya rehabilitación el estudio de interiorismo de Jordi Ginabreda fue galardonado con el prestigioso Restaurant & Bar Design Awards 2016 en la categoría “Surface Interiors”, ocupa un lugar privilegiado en el casco antiguo de la ciudad desde hace varias generaciones.
Así como los ensanches decimonónicos vinieron a ordenar y esponjar las abarrotadas urbes medievales, el nuevo proyecto de Jordi Ginabreda persigue plasmar la misma evolución respecto a su predecesor. El diálogo con el pasado, la iluminación tenue o las concesiones al exceso que lo caracterizaban se convierten ahora en un ejercicio de contención y búsqueda del orden, espacio y luminosidad propios de ese urbanismo tan específico en el que se ubica. Las herramientas para conseguirlo son el uso profuso de la línea recta y una geometría estricta.
Las líneas rectas se multiplican por todo el local, se cruzan, se acumulan o se sobreponen, enfatizando la idea de lugar planificado que huye de la mera acumulación o el espíritu abigarrado. La elección de colores y materiales serán sus aliados para la conversión de un espacio eminentemente oscuro, de planta alargada y poca abertura en fachada, en un lugar luminoso y desahogado.
El proyecto se articula alrededor de la barra central. Monolítica, en mármol blanco Macael apomazado tiene como contrapunto el enorme copero lacado en blanco. Diseñado específicamente para el local, forma una malla tridimensional de líneas que se descuelgan del techo y se entrecruzan. A pesar de sus dimensiones, una estudiada iluminación y el rigor formal otorgan al conjunto sensación de ligereza. Barra y copero distribuyen espacios y circulaciones a su alrededor, como una súper manzana dentro de una estructura urbana, y dividen el local en dos ambientes bien diferenciados pese a su continuidad espacial.
En la zona de bar, ligada al acceso desde la calle, se muestran las medianeras desnudas iluminadas por la lámpara “Anvers” de Wo & Wé. Junto con las sillas “Casale” de Ethnicraft, los bancos perimetrales y las mesas que la ocupan, todos en roble con acabado mate, se consigue un aire informal pero ordenado, luminoso y cálido.
Más allá de la barra nos adentramos en la zona del restaurante acompañados del banco perimetral en roble que se repliega, formando islas que acogen a los comensales en una serie de espacios recogidos. Frente a estos, el vocabulario se modifica sustancialmente con tres bancos semicirculares tapizados en verde oscuro, única concesión a la línea curva de toda la propuesta junto con las mesas redondas a las que dan cobijo. La línea recta reaparece aquí en la forma de las tres sencillas lámparas pintadas de rosa que las iluminan. Las sillas “Soft Edge 10” de HAY en verde oscuro y granate y las mesas de mármol completan la zona de restaurante. Verde, rosa y granate en mobiliario, paredes e iluminación aportan el toque de cromatismo contemporáneo y marcan la diferencia entre las dos áreas.
Por encima de todo el conjunto flota una impresionante estructura de listones de madera de roble acabados en barniz mate. Las líneas rectas hacen su aparición estelar en esta suerte de celosía voladora que se erige, ingrávida, en protagonista absoluta del restaurante. Su propósito es doble, estético y funcional. Por sus dimensiones, no solo sirve de reclamo escultórico, sino que contribuye a mejorar substancialmente la reverberación acústica del local funcionando como elemento absorbente del que emana, también, la iluminación del comedor principal.
Así como en los ensanches decimonónicos, un escuadrón de líneas rectas se posiciona y toma las riendas para plasmar la evolución de la antigua taberna popular del casco antiguo al restaurante sobrio, austero y atemporal del ensanche burgués.
Tapas Bona Sort owners chose Eixample (catalan for expansion district) to set up their second restaurant. The first one, for whose refurbishing Jordi Ginabreda interior design studio was awarded with the prestigious Restaurant & Bar Design Award 2016 in Surface Interiors category, has been occupying an exceptional location in the historical city for generations.
Just as nineteenth century expansion districts came to arrange and bring some air into the cluttered medieval cities, Jordi Ginabreda’s new project tries to capture that same evolution from its forerunner. The dialogue with the past, the dim lighting or the allowance for excess that characterized it are now turned into an exercise of restraint and search for the order, space and brightness which are so typical of the kind of urban planning where it’s located. Profuse use of straight lines and a strict geometry are the tools used to achieve it.
Straight lines multiply all around the space. They cross, gather or compile to emphasize the idea of a place that has been planned in advance, trying to escape from mere accumulation or a jumbled spirit. Colours and materials choice would be his allies to turn a notably dark place, with an elongated floor plan and very few façade openings into a bright and spacious one.
All the project is built around the central bar. Monolithic, made of honed finish white Macael marble, it finds its counterpoint in the huge glass hanger lacquered in white, specially designed for the restaurant, which creates a three-dimensional net of lines falling from the ceiling. Despite their dimensions, there’s a whole sense of lightness because of its calculated illumination and rigour in form. The bar and glass hanger set distribute the areas and circulations around them , as a superblock would do in a city plan, and divide the place into two differentiate ambiences despite its spatial continuity.
Bar area, attached to the entrance from the street, shows its bare walls illuminated by Wo & We’s “Anvers” lamp. Along with Ethnicraft’s “Casale” chairs, the tables and the perimeter bench, all of them made of oak wood with a matt finish, the whole area conveys a casual yet ordered, luminous and warm mood.
Beyond the bar we enter the restaurant zone accompanied by the oak perimeter bench, which folds up creating several blocks that embrace diners in a series of cosy spaces. In front of them, vocabulary suddenly changes with three dark-green semi-circular upholstered benches that would become the only concession to curved lines in the whole project as well as the round tables surrounded by them. Straight lines reappear here through three simple lamps, painted in pink, that light them up. This restaurant area is completed with dark-green and red HAY’s “Soft Edge 10” chairs and marble top tables. Furniture, walls and lamps in green, pink and dark-red contribute to give the contemporary colour touch and make a clear distinction between two areas.
An impressive oak wood strips structure floats above the whole place. Straight lines make their stellar appearance in this sort of flying latticework which becomes, weightless, restaurant’s absolute highlight. It has a double purpose, aesthetic and functional. Due to its dimensions, not only does it work as a sculptural device but it also helps to improve the acoustics since it functions as an absorbing element from which also main dining room lighting comes from.
Just as in nineteenth century expansion districts, a straight lines squad gets a foothold and takes the reins to capture the evolution from the old popular tavern to the austere and timeless bourgeois borough restaurant.
Los propietarios de Tapas Bona Sort escogieron el barcelonés barrio de l’Eixample (ensanche en catalán) para abrir su segundo establecimiento. El primero, por cuya rehabilitación el estudio de interiorismo de Jordi Ginabreda fue galardonado con el prestigioso Restaurant & Bar Design Awards 2016 en la categoría “Surface Interiors”, ocupa un lugar privilegiado en el casco antiguo de la ciudad desde hace varias generaciones.
Así como los ensanches decimonónicos vinieron a ordenar y esponjar las abarrotadas urbes medievales, el nuevo proyecto de Jordi Ginabreda persigue plasmar la misma evolución respecto a su predecesor. El diálogo con el pasado, la iluminación tenue o las concesiones al exceso que lo caracterizaban se convierten ahora en un ejercicio de contención y búsqueda del orden, espacio y luminosidad propios de ese urbanismo tan específico en el que se ubica. Las herramientas para conseguirlo son el uso profuso de la línea recta y una geometría estricta.
Las líneas rectas se multiplican por todo el local, se cruzan, se acumulan o se sobreponen, enfatizando la idea de lugar planificado que huye de la mera acumulación o el espíritu abigarrado. La elección de colores y materiales serán sus aliados para la conversión de un espacio eminentemente oscuro, de planta alargada y poca abertura en fachada, en un lugar luminoso y desahogado.
El proyecto se articula alrededor de la barra central. Monolítica, en mármol blanco Macael apomazado tiene como contrapunto el enorme copero lacado en blanco. Diseñado específicamente para el local, forma una malla tridimensional de líneas que se descuelgan del techo y se entrecruzan. A pesar de sus dimensiones, una estudiada iluminación y el rigor formal otorgan al conjunto sensación de ligereza. Barra y copero distribuyen espacios y circulaciones a su alrededor, como una súper manzana dentro de una estructura urbana, y dividen el local en dos ambientes bien diferenciados pese a su continuidad espacial.
En la zona de bar, ligada al acceso desde la calle, se muestran las medianeras desnudas iluminadas por la lámpara “Anvers” de Wo & Wé. Junto con las sillas “Casale” de Ethnicraft, los bancos perimetrales y las mesas que la ocupan, todos en roble con acabado mate, se consigue un aire informal pero ordenado, luminoso y cálido.
Más allá de la barra nos adentramos en la zona del restaurante acompañados del banco perimetral en roble que se repliega, formando islas que acogen a los comensales en una serie de espacios recogidos. Frente a estos, el vocabulario se modifica sustancialmente con tres bancos semicirculares tapizados en verde oscuro, única concesión a la línea curva de toda la propuesta junto con las mesas redondas a las que dan cobijo. La línea recta reaparece aquí en la forma de las tres sencillas lámparas pintadas de rosa que las iluminan. Las sillas “Soft Edge 10” de HAY en verde oscuro y granate y las mesas de mármol completan la zona de restaurante. Verde, rosa y granate en mobiliario, paredes e iluminación aportan el toque de cromatismo contemporáneo y marcan la diferencia entre las dos áreas.
Por encima de todo el conjunto flota una impresionante estructura de listones de madera de roble acabados en barniz mate. Las líneas rectas hacen su aparición estelar en esta suerte de celosía voladora que se erige, ingrávida, en protagonista absoluta del restaurante. Su propósito es doble, estético y funcional. Por sus dimensiones, no solo sirve de reclamo escultórico, sino que contribuye a mejorar substancialmente la reverberación acústica del local funcionando como elemento absorbente del que emana, también, la iluminación del comedor principal.
Así como en los ensanches decimonónicos, un escuadrón de líneas rectas se posiciona y toma las riendas para plasmar la evolución de la antigua taberna popular del casco antiguo al restaurante sobrio, austero y atemporal del ensanche burgués.
Tapas Bona Sort owners chose Eixample (catalan for expansion district) to set up their second restaurant. The first one, for whose refurbishing Jordi Ginabreda interior design studio was awarded with the prestigious Restaurant & Bar Design Award 2016 in Surface Interiors category, has been occupying an exceptional location in the historical city for generations.
Just as nineteenth century expansion districts came to arrange and bring some air into the cluttered medieval cities, Jordi Ginabreda’s new project tries to capture that same evolution from its forerunner. The dialogue with the past, the dim lighting or the allowance for excess that characterized it are now turned into an exercise of restraint and search for the order, space and brightness which are so typical of the kind of urban planning where it’s located. Profuse use of straight lines and a strict geometry are the tools used to achieve it.
Straight lines multiply all around the space. They cross, gather or compile to emphasize the idea of a place that has been planned in advance, trying to escape from mere accumulation or a jumbled spirit. Colours and materials choice would be his allies to turn a notably dark place, with an elongated floor plan and very few façade openings into a bright and spacious one.
All the project is built around the central bar. Monolithic, made of honed finish white Macael marble, it finds its counterpoint in the huge glass hanger lacquered in white, specially designed for the restaurant, which creates a three-dimensional net of lines falling from the ceiling. Despite their dimensions, there’s a whole sense of lightness because of its calculated illumination and rigour in form. The bar and glass hanger set distribute the areas and circulations around them , as a superblock would do in a city plan, and divide the place into two differentiate ambiences despite its spatial continuity.
Bar area, attached to the entrance from the street, shows its bare walls illuminated by Wo & We’s “Anvers” lamp. Along with Ethnicraft’s “Casale” chairs, the tables and the perimeter bench, all of them made of oak wood with a matt finish, the whole area conveys a casual yet ordered, luminous and warm mood.
Beyond the bar we enter the restaurant zone accompanied by the oak perimeter bench, which folds up creating several blocks that embrace diners in a series of cosy spaces. In front of them, vocabulary suddenly changes with three dark-green semi-circular upholstered benches that would become the only concession to curved lines in the whole project as well as the round tables surrounded by them. Straight lines reappear here through three simple lamps, painted in pink, that light them up. This restaurant area is completed with dark-green and red HAY’s “Soft Edge 10” chairs and marble top tables. Furniture, walls and lamps in green, pink and dark-red contribute to give the contemporary colour touch and make a clear distinction between two areas.
An impressive oak wood strips structure floats above the whole place. Straight lines make their stellar appearance in this sort of flying latticework which becomes, weightless, restaurant’s absolute highlight. It has a double purpose, aesthetic and functional. Due to its dimensions, not only does it work as a sculptural device but it also helps to improve the acoustics since it functions as an absorbing element from which also main dining room lighting comes from.
Just as in nineteenth century expansion districts, a straight lines squad gets a foothold and takes the reins to capture the evolution from the old popular tavern to the austere and timeless bourgeois borough restaurant.